Experimentos han demostrado que, sin
ninguna razón lógica, la gente asocia la personalidad de las personas que
estamos describiendo a nosotros mismos. A esto se le llama transferencia espontánea de rasgos: a alguien que está
describiendo otra persona se le asocian los mismos rasgos a los que está
haciendo referencia. Además se ha comprobado que esta asociación no es
temporal, persiste en el tiempo.

Así que ve con cuidado cuando hables mal
de alguien ya que puedes empezar a ser percibido como la persona a la que
describes. Si quieres resultar más atractivo o encantador, seguramente estaría
bien que empezarás a usar esas mismas palabras cuando hagas referencia a otras
personas.
“No andarás chismeando entre tu pueblo”. (Levítico 19:16)
“El que descubre el secreto, en chismes
anda: No te entrometas, pues, con el que lisonjea con sus labios”. (Proverbios
20:19)
“Hay hombres cuyas palabras son como
golpes de espada; Mas la LENGUA de los sabios es medicina”. (Proverbios
12:18)
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